Tal vez el desarrollo más interesante de esta época fuera la utilización, o al menos la exposición, de las camisas por parte de hombres y mujeres. Una vez que la camisa quedaba a la vista, tenía que ser adornada; los ribetes de encajes y volantes en cuello y mangas se convirtieron en menos de 50 años en gorgueras historiadas y almidonadas que estuvieron de moda durante otros 100 años. Estos cuellos, almidonados o no, evolucionaron hacia la chorrera.
Durante el renacimiento el único cambio importante en la indumentaria masculina, aparte de una mayor ornamentación, fue el alargamiento de los calzones, que, como era normal, iban muy adornados por quedar a la vista. Por otra parte, la mujer fue luciendo unas prendas cada vez más restrictivas. A principios del renacimiento apareció un corsé largo y rígido en forma de cono, más largo por la parte delantera, que oprimía la anatomía de la mujer. Antes se había utilizado el corsé para realzar la figura pero nunca para distorsionar de tal manera las formas femeninas, ya que el pecho era obligado a sobresalir por encima del corsé. A partir de la Revolución Francesa (1789-1799) la moda varió enormemente pero la práctica de distorsionar la figura de la mujer persistió. Aunque la rigidez del corsé se vio algo aliviada al sustituirse las guías metálicas por huesos de ballena, la moda se hizo algo más incómoda por la costumbre de dar volumen a las faldas con la adición de armazones que podían ser desde bolsas de salvado hasta complicadas armaduras metálicas.Aunque en el renacimiento las prendas básicas siguieron siendo las mismas que las de la edad media, el estilo relativamente natural fue sustituido por formas complicadas, encajes y forros que proporcionaban un aspecto de rigidez. Esto era, en parte, consecuencia del extremado formalismo de las cortes tradicionales de los Habsburgo del Sacro Imperio Romano, especialmente de la casa de Austria en España. Los escasos intentos por eliminar esta rigidez en la moda europea no fueron seguidos por la corte española, como lo demuestran las enormes faldas armadas de los retratos de la familia real del pintor barroco Diego Velázquez.
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